Soy Sebastián, soy alcohólico y hoy no he bebido.
Me gustaron las reuniones de A.A. porque me reía. En algún momento el comentario de un compañero, cambiando el momento dramático de la borrachera, por un hilarante recuerdo, hacía estallar la carcajada en todos los presentes.
En Alcohólicos Anónimos he aprendido que cuando soy capaz de reírme de una circunstancia, esta, por muy grave que sea, está en fase de desaparición.
Los pocos grupos en lo que he visto que la gente no ríe, se condenan, lentamente a su extinción.
Sé que el grupo Catedral irá hacía arriba porque en cada reunión se nos junta un miembro más; El Buen Humor. Se coloca justo al lado del Poder Superior y va cambiando su rostro según la situación. A veces es sarcástico, otras socarrón, a veces ingenioso, otras muy exagerado. Pero nunca es soez, ni mal hiriente, sabe hasta donde debe llegar.
También es respetuoso y cuando alguien necesita expresar algo que de verdad le duele, escucha en silencio, doliéndose de la pena del compañero.
Además, El Buen Humor, le apetece acompañarte y a veces te sorprende al día siguiente o un par de días más tarde, recordándote la anécdota que provocó la hilaridad de todos aquellos reunidos para buscar una vida feliz y útil.
Gracias por vuestra atención.
Felices 24 horas.
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