El Anonimato

En Internet: Conforme con la forma larga de la Undécima Tradición, que dice, “No se deben publicar, filmar o difundir nuestros nombres o fotografías identificándonos como miembros de Alcohólicos Anónimos,” no se deben publicar fotos de miembros de A.A. que se puedan reconocer como tal en sitios del Web a los que miembros del público tienen libre acceso, incluidas las páginas sin restricción de las redes sociales.

Sea cual sea el medio, nadie que no sea el mismo miembro tiene el derecho de revelar su afiliación a A.A. Como dijo Bill W. en el número de enero de 1946 del Grapevine: “Debe ser el privilegio de cada miembro individual de
Alcohólicos Anónimos abrigarse con tanto anonimato personal como desee. Sus compañeros de AA deben respetar sus deseos y ayudarle a guardar su anonimato en el grado que le parezca apropiado.”

Los comentarios son personales, alcohólicos anónimos ® y este blog no se hacen responsables de las opiniones aquí vertidas.


domingo, 15 de noviembre de 2009

EN TODOS NUESTROS ASUNTOS

Soy Sebastián, soy alcohólico y hoy no he bebido.
Ayer por la noche, por teléfono, una persona muy allegada me contó que su madre está muy enferma, que está en el hospital siendo pinchada por médicos y enfermeras, en busca de unas pruebas, cuyo resultado, sea el que sea, es malo.
Dentro de su angustia me hablaba de lo injusta que era la vida, del sufrimiento inútil por el que tenía que pasar su madre, recalcaba la necesidad de pedirle cinco años más a Dios, para poder disfrutar ese tiempo con ella.
La escuché con paciencia y sin premeditación alguna: le hablé de las veinticuatro horas, de no hacer pactos con Dios, de saber apreciar lo que se tiene; en definitiva de todas esas cosas que nos contamos con normalidad en cualquiera de nuestras reuniones.
Las palabras salieron de mi boca sin hacer un esfuerzo especial, no tenía que buscar términos, ni me paraba para encontrar ejemplos ilustrativos, sino que toda la conversación fluyó con el convencimiento de decir lo que de verdad pensaba.
Esta persona me agradeció mis palabras y colgó. Hoy por la mañana me ha vuelto a llamar.
- He pensado en lo que me dijiste anoche y creo que tienes razón. ¿Cómo sabes tanto?
Sé que es muy peligroso que alguien aumente mi vanidad e intenté restarle importancia.
- No es nada nuevo, se lo he oído a gente muy sabía.
Le contesté. Después, quise llevar la conversación por otros derroteros.
No sé como se desarrollará la enfermedad de su madre, ni si querrá seguir alguno de los principios que le esbocé. Pero sí sé, que el mensaje de A. A. ha llegado a mí y que soy capaz de transmitirlo.
Me queda aplicarlo en todos los asuntos. Es algo que intento con mayor o menor fortuna. ¿Quién sabe si algún día lo consigo?
Gracias por vuestra atención.
Felices 24 horas.

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