Soy Esteban, soy alcohólico y hoy no he bebido.
Muchos compañeros recién llegados se preguntan como pueden ellos hacer un paso doce. “Me falta facilidad de palabra y conocimientos”. Es una de las típicas frases con las que suelen querer evitar hablar con un recién llegado. Les explicas algo no acaban de entender; ellos tienen la frescura del momento, su incorporación es tan reciente que aún tienen muy vívidas las consecuencias del alcoholismo. La alegría de adentrarse en la sobriedad les brilla en los ojos, teniendo expectativas de que conseguirán alcanzar grandes cotas. Por eso mismo pueden pasar el mensaje de una manera más efectiva que la gente con muchos años dentro de alcohólicos anónimos. Estos últimos tienen un discurso más elaborado, saben tocar todos los puntos para informar qué es A. A. Sin embargo, el recién llegado se identifica más con ese que acaba de hablarle, con tartamudeos y dudas, con un discurso deslavazado de apenas un par de minutos. ¿Por qué? Porque el lenguaje del corazón se nutre de estos testimonios y nosotros los alcohólicos necesitamos la verdad desnuda para saber cual es la auténtica dimensión de nuestro problema.
Felices 24 horas.
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