Los miembros de Alcohólicos Anónimos comparten su experiencia con cualquiera que busque ayuda para su problema con la bebida; dan servicio persona a persona o “apadrinan” al alcohólico que llega a A.A. sea cual sea su procedencia. El programa de A.A., en el enunciado de nuestros Doce Pasos, ofrece al alcohólico una manera de desarrollar una vida satisfactoria sin alcohol.
El Anonimato
En Internet: Conforme con la forma larga de la Undécima Tradición, que dice, “No se deben publicar, filmar o difundir nuestros nombres o fotografías identificándonos como miembros de Alcohólicos Anónimos,” no se deben publicar fotos de miembros de A.A. que se puedan reconocer como tal en sitios del Web a los que miembros del público tienen libre acceso, incluidas las páginas sin restricción de las redes sociales.
Sea cual sea el medio, nadie que no sea el mismo miembro tiene el derecho de revelar su afiliación a A.A. Como dijo Bill W. en el número de enero de 1946 del Grapevine: “Debe ser el privilegio de cada miembro individual de Alcohólicos Anónimos abrigarse con tanto anonimato personal como desee. Sus compañeros de AA deben respetar sus deseos y ayudarle a guardar su anonimato en el grado que le parezca apropiado.”
Los comentarios son personales, alcohólicos anónimos ® y este blog no se hacen responsables de las opiniones aquí vertidas.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Cuestión de suerte
Estoy leyendo Fortunata y Jacinta, la recomendable obra de Benito Pérez Galdós retrata, de manera magistral, la sociedad madrileña durante la segunda mitad de siglo XIX. En ella están representados casi todos los estamentos y clases sociales; virtudes y defectos, alegrías y penas, temores y esperanzas de cada uno de ellos. En varias fases del relato aparece el alcohol, el borracho juerguista, que llega a ser hasta gracioso, el que pierde los papeles y comete los más viles delitos. Todos ellos tratados bajo la fórmula de un vicio que pervierte al que lo prueba de más.
Uno de los personajes secundarios. Mauricia la dura. Es una mujer de recio carácter que cuando está serena es una gran emprendedora, con unas dotes morales y personales que todos admiran, sin embargo, bebe y se transforma en un basilisco incapaz de respetar nada divino o humano.
El retrato que de ella hizo el genial novelista, sobrecoge a cualquier alcohólico. Sin embargo, nadie y menos aún la propia interesada, es capaz de comprender porqué ese cambio, la necesidad imperiosa que tiene de seguir bebiendo hasta el escándalo, la bancarrota moral, la confusión absoluta de las ideas.
Yo he tenido la suerte de nacer a finales del siglo XX en un país occidental, donde sabemos que la manera desaforada que ciertos seres humanos tienen de beber es una enfermedad, que existe una solución y que puedo tener una vida feliz y útil.
Mauricia la dura, no tuvo tanta suerte y como ella miles de alcohólicos a lo largo de la historia. Pero y ahora.
Temo que aún hay gente que no sabe que con una copa es mucho y mil no bastan. Que la derrota ante el alcohol es imprescindible. Que los fondos donde se llegan son insondables. Que nadie puede decir, “a mí no me tocará”.
Yo lo sé y estoy seguro de que muchos de los que me leéis, también. Por eso hemos de pasar el mensaje para que esta suerte llegue al mayor número de personas en el mundo.
Gracias por vuestra atención.
Felices 24 horas.
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