Los miembros de Alcohólicos Anónimos comparten su experiencia con cualquiera que busque ayuda para su problema con la bebida; dan servicio persona a persona o “apadrinan” al alcohólico que llega a A.A. sea cual sea su procedencia. El programa de A.A., en el enunciado de nuestros Doce Pasos, ofrece al alcohólico una manera de desarrollar una vida satisfactoria sin alcohol.
El Anonimato
En Internet: Conforme con la forma larga de la Undécima Tradición, que dice, “No se deben publicar, filmar o difundir nuestros nombres o fotografías identificándonos como miembros de Alcohólicos Anónimos,” no se deben publicar fotos de miembros de A.A. que se puedan reconocer como tal en sitios del Web a los que miembros del público tienen libre acceso, incluidas las páginas sin restricción de las redes sociales.
Sea cual sea el medio, nadie que no sea el mismo miembro tiene el derecho de revelar su afiliación a A.A. Como dijo Bill W. en el número de enero de 1946 del Grapevine: “Debe ser el privilegio de cada miembro individual de Alcohólicos Anónimos abrigarse con tanto anonimato personal como desee. Sus compañeros de AA deben respetar sus deseos y ayudarle a guardar su anonimato en el grado que le parezca apropiado.”
Los comentarios son personales, alcohólicos anónimos ® y este blog no se hacen responsables de las opiniones aquí vertidas.
viernes, 13 de noviembre de 2009
CUANDO NO SE SABE
Hoy me ha ocurrido una cosa curiosa. Una mujer, ya muy mayor, me hablaba de un hombre cercano a los ochenta años, referente a una actividad que tenemos que montar. La buena señora, con su mejor intención, me decía.
- Hay que decirle que no beba ese día.
Yo me sonreí en mis adentros, conozco los problemas alcohólicos de este hombre. Lo único que se me ha ocurrido ha sido improvisar una respuesta.
- Yo no le puedo decir que no beba.
Y antes de que pudiera formular un conato de protesta, la he cortado con el siguiente argumento.
- Si le dijera algo, entonces si que bebería seguro.
La buena mujer se ha quedado en suspenso, con la boca entre abierta y una mano a la altura del esternón. No acababa de entender lo que le había dicho. Sin embargo, por extraño sortilegio, me ha creído. (Ella ignora mis trabajos con los doce pasos)
Esta anécdota, me plantea múltiples reflexiones: ¿Sería conveniente romper mi anonimato para que supieran todo mi conocimiento sobre el alcoholismo y me dejaran manejar situaciones así? ¿Tendría que hablar con este hombre y pasarle un mensaje que no él no me ha pedido? ¿Puedo hacer llegar a alguien, que no lo ha padecido de cerca, la rebeldía que el alcohólico muestra de una manera tan tozuda?
Estas preguntas no tienen respuesta para mí. Al menos en este momento. Sólo me aclaran algo escrito por Bill y que fundamenta el movimiento que creó y del que tanto nos beneficiamos. “Un alcohólico entiende a otro”
Gracias por vuestra atención.
Felices 24 horas.
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